23 de mayo de 2009

CARTA DE AMOR DE UNA DESCONOCIDA

No tuve tiempo antes de contarte que te habría encontrado entre un montón de seres amontonados. Te lo digo ahora. Conservas el misterio de las almas profundas. Eres alegre, tu voz parece una carcajada en la calma. Te condensas y repliegas en ti: centro mismo de la alegría. Y te elevas para revelarme un secreto: dices, que mientras recorres las calles, en tu huida nocturna, la ciudad es mágica, que sólo tú lo sabes, que sólo tú la posees. Como me posees a mí. Desciendes para llevarme. No hay un abismo porque hemos invertido los tópicos, desde ahora el amor significará desabismarse. ¿Qué ya era eso? Bueno, entonces, vayamos desde el principio. Estabas en mí, te reconoces y me hablas de mí desde que era niña. Entonces tú te escondías entre los pliegues del sueño para no sentir el miedo. Ahora somos valientes porque sabemos qué significa la felicidad, la hemos notado, a veces hasta nos ha abatido en su vuelo rápido, ahora nos permite dudar un instante y cogerla entre los dedos, lentamente, con serenidad. Es importante que lo recuerdes, que desandes el camino, que te colmes de mí hasta saciarte, para después desaparecer, y en la huida, volver a encontrarme.

A ti... Para ti... Dedicado...

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