Lo curioso es que yo mismo estaba en el tablero de Ajedrez mirando como las 7 diferencias se peleaban por ser la menos vistas por el fotograma de un actor revalorizado del autodefinido.
Hacia la izquierda el contenido del jeroglífico y sus formas egipcias charlaban plácidamente con los números del sudoku que entre unos y otros no podían repetirse y en algún recuadro un solitario, el número 3 no tenía compañía.
Pobre número 3, el único alivio que le quedaba era estar justo al lado del horóscopo del día y parecía morirse por los huesos del cangrejo mientras este último descendiente de capricornio quería vengarse de acuario por no se que de un día nefasto en lo económico.
Y cada día con lo mismo... una y otra vez... demasiado viciado a la pagina de pasatiempos de los diarios...
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