Me lo ha mandado por mail una amiga y he querido compartirlo.
¿Necesitamos de las emociones o las emociones nos
necesitan a nosotros? Hace tiempo leí una frase: "El sufrimiento no tiene más
sentido que la felicidad". Muchas veces ha venido a mi memoria, sobre todo,
cuando el hecho de aplicarla me hubiera valido la pena. Sin embargo, no supe
enfrentarme al dolor con optimismo. Vivimos en una sociedad con valores
cristianos, no del todo desarraigados, pese a la estulticia con que enarbolamos
esa más que merecida bandera de libertad. Vivimos en una sociedad que deja un
sendero de lágrimas y culpas acuñadas por un largo y pesado tradicionalismo
religioso. Antes, mucho antes, hubiera creído que el romanticismo literario
y cultural, ante todo, tenía plenamente la culpa de que yo llorase hasta el
desconsuelo porque me sentía desgraciada. Pero no, algo ha sucedido que me ha
hecho comprender que no. Que los grandes acontecimientos religiosos son un
camino pensado hacia la terrible e inevitable consciencia de la muerte. Tal vez
es algo que todo el mundo sabe. Por eso no digo, ¡cuidado!, porque si como yo,
no visteis con claridad hasta ahora qué pobres instrumentos somos, y el
razonamiento era vago y el tiempo pasado mucho.. Entonces de qué serviría, quizá
es mejor no darse cuenta y llorar y reír como hasta ahora...Llorar o reír como
se llora o se ríe en busca de un sentido hacia la huida de un vacío que existe,
y que seguro sospechamos.
Saludos.
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