11 de junio de 2014

Historia sobre la maldición de la pierna derecha

Me levanté como cualquier otro día de fin de semana, como cualquier sábado, la noche anterior no había salido, estaba cansado y no me apetecía más que casa y tranquilidad, pasé la mañana haciendo cosillas en el ordenador y grabando unos vídeos. Antes de cocinar, cogí mi carro y me fui a hacer la compra de la semana, no tardé mucho, suelo ir como el rayo cuando de compras semanales se trata. Me hice la comida, una ensalada de pasta bien aderezada, empecé a ver una película mientras comía, terminé de verla y de repente...

Un dolor en la cara interior de la rodilla derecha y diréis, ¿y que?, pues que es la rodilla que me operaron hace un año y medio.
No le hice mucho caso, era un dolor leve, pero la tarde fue avanzando y el dolor empezó a ser más agudo, me tomé un ibuprofeno e intenté no darle mucha importancia, pero el dolor seguía creciendo.

Cuando por la noche me tiré en la cama, y miré hacia mi rodilla, la tenía bastante inflamada y mis alarmas mentales empezaron a maquinar lo que probablemente sea la historia con el final más terrible posible, resumiendo, me parecía que me había roto de nuevo. Pero además de esa historia, mis pensamientos pasaban por imágenes analizando cada momento del día.

¿Donde y cuando narices me he hecho daño? A día de hoy aun no he encontrado respuesta.
La segunda parte de este relato verídico ocurrido el pasado fin de semana, no tiene un final trágico.

El domingo me levanté con más dolor, pero menos hinchazón. Mi hermano mayor me vino a buscar porque ya hacía dias que habíamos quedado para comer en casa de mis padres para celebrar el cumpleaños de mi padre. Así que me hice de tripas corazón y salí de casa con una rodillera y una cojera bastante importante. Me estuvo doliendo todo el día, de tal manera que cuando a media tarde el dolor ya era casi insoportable, mi hermano mayor me llevó en coche hasta el Clínic y mi hermano pequeño se quedó conmigo en el hospital.

Entré en el hospital tipo las seis y media de la tarde y salí sobre las diez y media de la noche. En ese tramo me hicieron dos radiografías y me pincharon un calmante en el culo. Fui al Clínic porque tenían mi ficha de cuando me operaron y no se si por cosas del destino, el mismo doctor que me operó la rodilla fue quien vino a visitarme después de una larga espera.

En las radiografías no salia nada, me estuvo toqueteando la rótula y el ligamento y me dijo que estaba todo en su sitio, desconocía porque me dolía tanto la cara interna de la rodilla tanto al palpar como en el movimiento y me dijo que sería algún mal gesto involuntario. Lo primero que sentí fue un alivio tanto o más grande como la historia terrible que tenía en mente, seguía entero, no se había descuajaringado nada.

Cansado y dolorido salí del hospital con mi hermano pequeño, y nos fuimos a comer un bocadillo y unas tapas antes de irnos cada cual a su casa.

A día de hoy, ya solo siento molestias y me imagino que con los dias no sentiré nada. Después de tres años rondando el desquicio con la rodilla, pensé que aún no era el final, el final no está cerca, me alivia saber que no ha pasado nada y que no he de dar unos cuantos pasos atrás de nuevo.

Habrá que ir con cuidado, incluso con lo que haces inconscientemente.

Saludos.


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